Retirados todos los pararrayos de España

Los 28.000 pararrayos radiactivos que aún continúan instalados en los tejados de miles de edificios y viviendas de España serán retirados, por fin, de forma masiva el próximo otoño, según anunció Armando Veganzone, uno de los máximos responsables de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) en un seminario organizado por UGT para trabajadores de centrales nucleares. Los isótopos radiactivos de estos artefactos, que resultan peligrosos si se encuentran deteriorados, serán enviados a Inglaterra, donde la empresa Amersan, especializada en este tipo de trabajos, se encargará de extraer el material radiactivo y su reciclaje para otros usos.

Por otra parte, el alto cargo de Enresa anunció la existencia de conversaciones con Renfe para transportar los residuos nucleares de las centrales nucleares y demás instalaciones radiactivas por vía férrea hasta el almacén de residuos de El Cabril, situado en la Sierra de Hornachuelos, en la provincia de Córdoba. Enresa pretende acabar con el transporte por carretera, ya que conlleva mayores riesgos al ser más probable un accidente de tráfico. Los pararrayos radiactivos han cosechado numerosas protestas en toda España para pedir su retirada. 


Decenas de colegios llegaron a cerrar sus puertas temporalmente al asociar la presencia de estos artefactos en el tejado de los centros docentes con la aparición de casos de leucemia entre los colegiales. En Baleares, incluso se ha formado una coordinadora para presionar a la Administración en la solución del problema. Se han producido casos de pararrayos que han permanecido en el suelo durante semanas tras ser derribados por una tormenta. Enresa quedó obligada en 1986 a retirar todos los pararrayos del país en el plazo de dos años, pero ha incumplido este mandato al no encontrar un lugar donde almacenarlos dentro del territorio nacional. El Gobierno ordenó su retirada por su poca eficacia y los riesgos que originan cuando se encuentran deteriorados. En principió un pararrayos no es peligroso si está instalado correctamente, pero el isótopo radiactivo puede salirse de la contención por diversas causas y extenderse por azoteas y tejados. 

Este material radiactivo, que en la mayoría de los casos emite radiactividad de tipo alfa, tiene un escaso radio de acción y sus emisiones pueden ser detenidas por cualquier cosa, una simple bolsa de plástico o el mismo tejado. Técnicos consultados manifiestan que el riesgo más patente se presenta si alguien tiene la mala suerte de tragar o respirar una partícula de estos isótopos radiactivos trasladada por el viento, algo poco probable en principio.

La mayoría de los pararrayos radiactivos están instalados en centros oficiales, como ministerios y colegios, ya que cuando se produjo su colocación masiva durante los años 60 y 70, se hizo con el apoyo de la Administración. En muchas ciudades sólo hace falta mirar hacia arriba para descubrir alguno de estos aparatos sobre los tejados. La empresa inglesa Amersan cobrará cien mil pesetas por cada pararrayos retirado y liberado del isótopo radiactivo; posteriormente intentará reciclarlo, principalmente para su utilización en detectores de incendios: Fuentes directamente involucradas reconocen que la separación del isótopo podría realizarse en España, pero el malestar social creado aconsejó contratar una empresa extranjera, que además se llevará el material radiactivo fuera de España. 

En cuanto a la iniciativa de transportar los residuos radiactivos de media y baja actividad al almacén de El Cabril por vía férrea, el portavoz de Enresa aseguró que las conversaciones con Renfe permitirán sustituir el actual envío por carretera, que conlleva mayores riesgos. Enresa desea enviar los bidones de basura nuclear en tren ante el espectacular aumento de residuos a almacenar, ya que desde hace algo más de un año varias centrales nucleares han comenzado a deshacerse de su basura radiactiva llevándola a El Cabril con la correspondiente aprobación del Ministerio de Industria.

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