Dando luz a la catedral de la Almudena

Combinaba tantos materiales como se le ocurrían para sus composiciones. Y, lo más difícil, encajaban a la perfección. Maestro en dotar de vida a sus obras a través del uso del color, Manuel Ortega cabalgaba entre el realismo y la postmodernidad a la hora de reflejar lo eclesiástico, un tema recurrente a lo largo de su extensa carrera. Multifacético, definió durante más de medio siglo un estilo propio, casi inclasificable, tanto en la pintura como en la escultura.

Paradójicamente, uno de sus mayores logros quedaría cercenado hace una década. Ganador del concurso internacional para hacer las vidrieras de la catedral de La Almudena en Madrid en 1998, Ortega vio cómo parte de su obra –los ventanales del ábside– fueron sustituidos seis años después por orden del cardenal Rouco Varela, arzobispo de Madrid, suscitando una enorme polémica. Ortega, de 92 años, falleció el pasado 14 de abril en Madrid.

Oriundo de la capital, se licenció por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en 1949, año en el que lograría su primer galardón más allá del ámbito académico, el Premio de Pintura Mural Vázquez Díaz. A partir de los años 50, Ortega compaginaría su labor como pintor de caballete con la de muralista, al tiempo que participaría en exposiciones por toda España y en algunas muestras en países extranjeros como Cuba (1954), Austria (1959), Guinea Ecuatorial (1980) o, la última, Japón (2008).

Sin embargo, su casa siempre fue Madrid. Y, más aún, la Galería Macarrón, donde expuso en numerosas ocasiones a partir de los años 80. En aquella década verían la luz series tan populares como la Movida madrileña, Músicos callejeros o Metro madrileño. Por entonces, Ortega ya contaba con una vasta trayectoria que lo había llevado a exhibir su obra en decenas de salas y museos. Al margen de sus famosas colecciones de Autorretratos (1951, 1984 y 1990), durante su carrera plasmó a personajes diversos e ilustres como Severo Ochoa o Adriano del Valle.

En 1998, Ortega acumulaba centenares de murales realizados para distintas catedrales, iglesias y palacios. Nadie se sorprendió de que ganara el concurso para hacer las vidrieras de La Almudena. Por ello, cuando Rouco Varela sustituyó en 2004 las del ábside por las de Kiko Argüello, se cuestionó profundamente la decisión. Más aún, cuando se acusó al creador de los Neocatecumenales de haber plagiado las originales vidrieras.

Tanto el cardenal como el autor defendieron entonces su autenticidad al afirmar que se trataba de réplicas de otras obras. La polémica remitió, pero quedó un poso de nostalgia por las originales de Ortega.

En la actualidad, la inmensa obra de Ortega puede encontrarse en decenas de colecciones y salas como el Museo Reina Sofía, el Museo Municipal de Madrid, El Museo Taurino de Las Ventas y numerosos centros de arte repartidos por España. Lugares emblemáticos de Madrid como la iglesia del Cristo de la Victoria, el Palacio de Neptuno y el Hotel Colón y la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, en Somosierra, quedarán para siempre bañados por sus trazos.

Manuel Ortega, muralista, escultor, diseñador, retratista y grabador, nació en Madrid en 1921 y murió en la misma ciudad el 14 de abril de 2014.

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