Me he apuntado a clases de guitarra flamenca

El guitarrista inglés-belga Philipe Catherine, considerado en la escena jazzística contemporánea corno uno de sus intérpretes más líricos y personales, actúo ayer en los encuentros «a la luz de la guitarra» de Córdoba, no defraudando a los que esperaban expectantes su actuación. Su itinerario empieza ya en el descubrimiento de la música y de la improvisación, concretamente, a través de Georges Brassens: «la primera guitarra que me compré fue para tocar las canciones de Brassens. Y tendría 12 o 13 años cuando mi profesor en una clase hizo un solo, con improvisaciones, algo que yo no había visto nunca. Miré, observé y en casa intenté hacer lo mismo».

Después vino el guitarrista gitano-belga Django Reinhardt y poco a poco fue escuchando otros nombres, como los de Clifford Brown, Charlie Parker o Errol Garner, dejándose conquistar, por vía familiar, por Bach, Tchaikovsky y la música rusa. Amén de haber sido calificado cono el «joven Django» en una célebre ocasión por Charles Mingus, Philip Catherine puede ser considerado como el guitarrista más personal de esta escuela: «Adoro a D. Reinhardt, nunca me aburro de escucharlo. 

Yo toco en su estilo, pero no su música. Acaso sea porque después de Django he escuchado todo tipo de instrumentos». De esta sentida y enamorada herencia musical llega a destacar dos aspectos: «La capacidad de flotar y la puesta en su sitio de la parte rítmica. Cuando uno lo escucha tiene la impresión de estar perdido en algunos pasajes, para luego, de pronto, caer a algo muy concreto, en un ajuste rítmico de gran precisión. Y no hay que olvidar tampoco que era un buen acompañante».


Los caminos musicales por donde este guitarrista ha transitado están llenos de variedad, de un eclecticismo que va desde sus comienzos con Lou Bennett a Stéphane Grappelli, desde Jean-Luc Ponty y Focus a Larry Coryell, Charles Mingus o Chet Baker, gracias en parte a la posibilidad de relación y diálogo que la guitarra sabe establecer. Dentro de las distintas formaciones que ha cultivado, algunas han pasado a la historia de la guitarra, como sus duos con Larry Coryell en el 75/76». Catherine, como buen partidario del jazz lírico, pero no exento de intensidad rítmica, ha venido practicando cada vez más un jazz de cámara: «Es en los grupos pequeños donde mejor se puede dar una buena interacción. 

También depende de los músicos, de la suerte que te haya tocado, como por ejemplo, hacerlo con el trompetista Chet Baker -y compruebo que se le pone la piel de gallina al recordarlo-: hacíamos una música frágil pero potente a la vez, para cientos de personas». Parte de su actividad como músico lo constituye la enseñanza, los cursos de guitarra de jazz, como el que está impartiendo en Córdoba en este Festival Guitarra-91: «La armonía, la sofisticación existe en los libros; lo que yo intento aportar es lo que no se encuentra, por ejemplo el ritmo».

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